lunes, 27 de septiembre de 2010

Ruleta rusa en Marruecos. Segunda parte

(Si lo desea lea la primera parte.)

Por la mañana ya no llovía, pero seguía completamente cubierto. Según la previsión, el mal tiempo no iba a durar mucho, pero yo no sabía si tendría tiempo de verlo. Como muchas veces soy optimista, me decidí a alquilar una habitación en un modesto alojamiento a primera linea de mar, a unos 10 kilómetros del pueblo. Yo era el único huésped, una situación en la que me encuentro muy a menudo, tal vez por viajar siempre fuera de temporada.
Tumbado en la cama, miraba el cielo por la ventana, con la esperanza de que se abriera algún resquicio que permitiera soñar con una noche despejada.

Después de comerme una tortilla bereber (de tomate, pimiento y especias) me di cuenta que se veían algunos pedazos azules en el cielo. Por experiencias pasadas, pensé que no era en absoluto descabellado que pudiera disfrutar de un bonito atardecer. Con esa esperanza cogí los chismes y me puse a caminar por la playa.

La playa estaba sembrada de cantos rodados.

Me dirigí hacia unos acantilados muy espectaculares que estaban a una media a hora a pie de allí. Al salir, la mitad del cielo del lado del mar ya estaba totalmente despejado. La playa era realmente bonita y encima estaba desierta. La luz del sol resaltaba de forma espectacular el color rojo de la roca y, como se pueden imaginar, a esas alturas yo ya estaba eufórico. Al final de la playa vi a dos señores que caminaban por ahí.

Paseantes bajo un arco natural de roca.

A pesar de que la arena de la era fina, había miles de cantos rodados de buen tamaño por todas partes. Pero yo no hice mucho caso en ese momento, concentrado como estaba en llegar a la parte más bonita, antes de que unas nubes ocultaran el Sol. Afortunadamente llegué a tiempo.

Los dos arcos de aquella playa de cuyo nombre no quiero acordarme (no se vaya a masificar).

Con la sombra en ese punto, me recordó a una Torre Eiffel natural.

Tras unos pocos minutos, las nubes efectivamente volvieron a ocultar el Sol. Por suerte, la parte del mar seguía despejada y en seguida tuve todo listo para hacer alguna nocturna.

Me dispuse a esperar a que oscureciera y fue entonces cuando mi cerebro, que desde mi accidente con los menonitas, que tal vez algún día les cuente, se ha convertido en un detector de peligros hipersensible, empezó a pensar en lo peor: Obviamente todos esos cantos rodados venían del conglomerado que formaba los arcos y las paredes del acantilado. Comencé a elucubrar que tal vez, debido al descenso de temperatura al llegar la noche, las piedras y la tierra que las cementaba sufrirían una ligera contracción diferencial, provocando mayor frecuencia de caídas de rocas. Al igual que por la noche se escuchan más crujidos de muebles (a parte del silencio y que la casa pueda o no tener fantasmas), el paralelismo me parecía razonable.
Mientras pensaba esto escuché un fuerte ruido de derrumbe y un montón de piedras de varios tamaños, alguna casi tan grande como un melón, cayeron a unos pocos metros de mi, haciéndome renegar sobremanera.

Continuará...

27 comentarios:

  1. Gracias Dr. ¿No tiene Vd. que ir por ahí pronto?

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  2. Muy buena entrada y buenas imágenes. Di que playa es..no se va a masificar..seremos algunos fotógrafos ansiosos por conocer ese lugar!!

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  3. Y yo aquí, sentado delante del estúpido ordenador...

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  4. Además de todo eres un estupendo narrador, Jordi. Me muero de ganas de saber como acabó todo.

    La playa es preciosa. En el Hierro hay una versión "mini", con los arcos y los cantos pero negra (negra, negra, negra) en lugar de roja.

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  5. A mi me parece que ya no voy a pasar de Murcia.

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  6. Les fotos magnífiques! I el misteri que augmenta…

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  7. Les fotos magnífiques! I el misteri que augmenta…

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  8. Y sigues con Marruecos... Qué ganas de conocer el final de la historia e insisto, de volver a Marruecos.

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  9. Marcelo, en público no lo voy a decir, pero si algún día vas para allí y te sigue interesando, escríbeme un e-mail.

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  10. Dr. Només, en el ordenador... o en Egipto, o fotografiando focas, etc.

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  11. Oddiseis, es probable que el año próximo vaya a El Hierro finalmente. Ya te escribiré para pedirte detalles.

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  12. Dr. Frikosal, Vd. siempre acaba por hacer mucho más de lo que espera. Es lo que tiene ser pesimista.

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  13. Rafa, creo que en la tercera parte quedará todo resuelto.

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  14. El sitio... fascinante. Y el relato de suspense....¡acojonante! Que llegue pronto el "continuará..", porfa. Ya me preguntaba yo en esa primera foto de dónde salían los cantos rodados de la playa...¡elemental querido Watson!

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  15. Relativamente cerca, tengo una playa con esa suerte de esculturas de piedra y acantilados,...


    ...quizás con otro color,...también se inunda con agua de mar por las mareas, y no por la gravedad en las construcciones de roca.




    Muy bonita entrada Jordi, sí que provocas ganas de Marruecos.



    (sigue cuidándote, por favor,... :)





    Besos.
    B.N.C.J.

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  16. Playas desiertas, lugares que tienen que seguir así, para ser descubiertos por quien sepa conservarlos. Buen relato y bonita luz en las fotos. Espero más capítulos. Saludos.

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  17. Paco, gracias. El lunes la tercera (y creo que última) parte.

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  18. MartinAngelair, me está hablando de Galicia, ¿verdad?

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  19. Mundorero, el mundo está lleno de lugares fabulosos que tienen la suerte de no ser muy conocidos.

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  20. Si quieres saber la verdad, casi que te lo digo en privado, para que no se masifique,...:)




    B.




    (...es broma,...pesado...)

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  21. ¡Que Galicia es muy grande, MartinAngelair!

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  22. Qué pasada de sitio. Ese arco de roca es un filón fotográfico.

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  23. Efectivamente, Igniszz. Y por si fuera poco hay dos arcos.

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  24. Un excelente reportaje, las fotos son preciosas,...Jordi el polo de los Mitos,no tiene comida,lo que pasaba es que el agua caía palo a bajo,y los mitos la absorben, por eso parece que estén comiendo.un saludo.

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  25. Julia, sobrendente lo del agua, no se me había ocurrido.

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