En mi primera aventura como fotógrafo, mi hermano M y yo comenzamos un viaje en el que recorreríamos buena parte de sudamerica cual Ernesto Guevara y Alberto Granado. Hacía poco más de un año de la fantástica película "Diarios de motocicleta" y ambos la revisionamos poco antes de la partida, como último impulso a nuestra motivación que, obviamente, ya estaba muy alta ante tamaño viaje.
Comenzando en Buenos Aires, nos dirigimos hacia el sur recorriendo la Ruta 40, pasando por la Cueva de las Manos, hasta que llegamos al mítico glaciar Perito Moreno.
El Perito Moreno es uno de los pocos glaciares del mundo que no está en retroceso. Pero tiene otra característica que es lo que le hace famoso: en su avance, corta la comunicación entre el Brazo Rico y el lago Argentino (ver la foto desde la ISS). Debido a que los valles colindantes al Brazo Rico continúan aportando agua de ríos y glaciares, ésta sube creando un desnivel entre ambas partes del glaciar.
Esta configuración permanece estable, hasta que la presión del agua del Brazo Rico aumenta a un nivel que rompe el frente del glaciar. Este rompimiento es lo que se conoce como colapso o ruptura del Perito Moreno.
Cuando mi hermano y yo llegamos ahí, el glaciar se había roto dos veces en los últimos 18 años (en 1988 i en 2004). Así que era poco más que una quimera, el esperar que fueramos a presenciar la gran ruptura. Pero ocurrió.
Cuando llegamos al glaciar, las primeras filtraciones de agua habían comenzado. Señal inequívoca del inminente colapso.
Como ya estábamos sobre aviso, en el pueblo más cercano (El Calafate, a 80km) hicimos acopio de provisiones para poder resistir lo necesario frente al glaciar.
La noche fue terrorífica. Aunque era final del verano, hacía mucho frío y la lluvia hacia todo mucho más incómodo.
Al final decidimos entrar por una claraboya dentro de la caseta de los lavabos del Parque Nacional. Ese sería nuestro dormitorio durante las tres próximas noches.
A pesar de todas las incomodidades la experiencia fue memorable. La casualidad quiso que la ruptura coincidiera con una huelga de Aerolíneas Argentinas, lo cual provocó que muy poca gente pudiera presenciar el espectáculo, sobretodo los primeros días.
Al final la huelga terminó y la gente fue llegando, incluido el diario La Nación, que nos entrevistó, quedando un pequeño testigo de nuestro paso por aquel lugar del mundo. No pudimos evitar pensar en el paralelismo de la entrevista a Ernesto y Alberto en el diario Austral de Temuco.
Comenzando en Buenos Aires, nos dirigimos hacia el sur recorriendo la Ruta 40, pasando por la Cueva de las Manos, hasta que llegamos al mítico glaciar Perito Moreno.
El gigantesco glaciar Perito Moreno mide 5 kilómetros de ancho, 30 o 40 de largo y 170 metros de espesor de puro hielo.
El Perito Moreno es uno de los pocos glaciares del mundo que no está en retroceso. Pero tiene otra característica que es lo que le hace famoso: en su avance, corta la comunicación entre el Brazo Rico y el lago Argentino (ver la foto desde la ISS). Debido a que los valles colindantes al Brazo Rico continúan aportando agua de ríos y glaciares, ésta sube creando un desnivel entre ambas partes del glaciar.
Foto de la zona tomada desde la Estación Espacial Internacional (ISS). Obsérvese como el glaciar impide el desagüe del Brazo Rico hacia el lago Argentino.
Esta configuración permanece estable, hasta que la presión del agua del Brazo Rico aumenta a un nivel que rompe el frente del glaciar. Este rompimiento es lo que se conoce como colapso o ruptura del Perito Moreno.
Cuando mi hermano y yo llegamos ahí, el glaciar se había roto dos veces en los últimos 18 años (en 1988 i en 2004). Así que era poco más que una quimera, el esperar que fueramos a presenciar la gran ruptura. Pero ocurrió.
Cuando llegamos al glaciar, las primeras filtraciones de agua habían comenzado. Señal inequívoca del inminente colapso.
Las primeras filtraciones de agua -las corrientes de agua bajo el glaciar- habían comenzado. Señal inequívoca del inminente colapso.
Como ya estábamos sobre aviso, en el pueblo más cercano (El Calafate, a 80km) hicimos acopio de provisiones para poder resistir lo necesario frente al glaciar.
La noche fue terrorífica. Aunque era final del verano, hacía mucho frío y la lluvia hacia todo mucho más incómodo.
Al final decidimos entrar por una claraboya dentro de la caseta de los lavabos del Parque Nacional. Ese sería nuestro dormitorio durante las tres próximas noches.
Durante la noche, mi hermano y yo probablemente éramos los únicos seres humanos en un radio de unos 80 km. La falta de Luna puso al límite la cámara digital (una D70s). Pese a la mala calidad de esta foto, puede apreciarse la lluvia.
A pesar de todas las incomodidades la experiencia fue memorable. La casualidad quiso que la ruptura coincidiera con una huelga de Aerolíneas Argentinas, lo cual provocó que muy poca gente pudiera presenciar el espectáculo, sobretodo los primeros días.
Con los días, la corriente de agua fue erosionando el glaciar creando un túnel. La caída de bloques de hielo se aceleraba cada vez más.
Al final la huelga terminó y la gente fue llegando, incluido el diario La Nación, que nos entrevistó, quedando un pequeño testigo de nuestro paso por aquel lugar del mundo. No pudimos evitar pensar en el paralelismo de la entrevista a Ernesto y Alberto en el diario Austral de Temuco.
Recorte del diario La Nación del 12 de marzo de 2006, que incluyó un pequeño testigo de nuestro paso. Al final el viaje no duraría cuatro meses, sino más de siete.
21 comentarios:
A ese tipo de situaciones yo lo denomino tener "sentido de destino". Es algo así como tener la capacidad de estar siempre (o casi) en el lugar justo en el momento preciso.
Me parece que es una de las virtudes o dones, o suertes, mas importantes si uno va a dedicarse a la fotografía de la naturaleza. Lo malo es que no se puede escoger ni entrenar ni aprender. Lo tienes o no lo tienes.
La cuestión es, ¿el del sentido de destino eras tú o M?
Preciosa historia. Yo pasé más tarde, cuando ya había roto. Las fotos que se toman allí, por malas que sean, son siempre espectaculares.
Recuerdo aquel sitio donde pasábais la noche y no era precisamente muy cómodo, pero todo esfuerzo tiene su recompensa, y éste la tuvo bien grande.
Muchas gracias por la crónica, las imagenes i la emoción que suscita esta forma de estar vivo con la vida.
Saludos
Oddiseis, yo creo que somos los dos los que tenemos ese sentido de destino. Pero yo no lo atribuyo tanto a una cualidad como al hecho de estar a menudo "a la intemperie". La clave es ir a muchos lugares, siempre acaban pasando cosas.
Ercanito, ese lugar también nos servía para cargar las baterias de la camara, a parte de las nuestras, claro.
Gracias a ti por la visita, Anónimo.
Muy buena nota, Jordi!!
Debió ser espectacular, por la ruptura del hielo, por el ruido, por la soledad, por...
Me pongo en tu piel, Jordi. La emoción que se debe sentir. Ayer visité el glaciar Vatnajökull. Su tamaño supera a todos los de Europa continental juntos. En un lago cercano van a "morir" los trozos de hielo que se desprenden.
Es cierto,...ya no sólo las experiencias, próximas a la aventura, que has vivido o vives,...
...si no la emoción con la que lo haces,...y nos cuentas.
Es un privilegio sentir así la vida.
Muchos besos; B.N.C.J.
Gracias Marcelo!
Sussss, pues sí, fue inolvidable. De esas cosas que incluso se recuerdan con nostalgia.
Rafa, a ver cuando me enseñas esas fotos del Vatnajökull. Tiene que ser brutal, incluido los icebergs del lago.
MartinAngelair, todos debemos hacer un esfuerzo para tratar de exprimir la vida al máximo.
Nunca me canso de escuchar tus aventuras. Ese libro está tardando!
Gracias por esta interesante entrada. Las tomas son muy buenas y expectaculares. Felicitaciones. Saludos
¡Debe de ser sobrecogedor!
Igniszz, creo que antes que ese libro me gustaría hacer otros.
Anrafera, gracias a ti por la visita.
Desanchá, efectivamente, lo es.
Impressionant
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