lunes, 4 de octubre de 2010

Ruleta rusa en Marruecos. Tercera (y última) parte

(Para que lo siguiente tenga sentido, debe antes leerse la primera y la segunda parte)

Cuando acabé de blasfemar, decidí situarme más cerca de la orilla, fuera de la proyección vertical del acantilado. De ese modo era muy improbable que me cayera alguna roca en la cabeza.


La cámara se había quedado sobre el minitrípode, totalmente expuesta a la lluvia de cantos rodados. ¿Debía jugarme la cámara por unas fotos? Pensé que ya que yo no era uno de esos fotógrafos que se juegan la vida, no era tan grave jugarse la cámara, más todavía estando cerca el final del viaje. Además, sería mala suerte que las piedras cayeran justo sobre la cámara, habiendo tanto espacio donde caer.

El arco de piedra y las estrellas.

De repente, otro pequeño derrumbe más o menos en el mismo lugar que el primero. Parece que había acertado con mi teoría de la contracción diferencial.


Ya había oscurecido lo suficiente como para comenzar a fotografiar las primeras estrellas. Como no me hacía ninguna gracia permanecer junto a la cámara, decidí programarla para que realizara un time-lapse. De esta forma yo podría estar tranquilo, fuera de la proyección vertical de los salientes de roca.

Entonces me di cuenta que, a pesar de tener yo una vista de muy alto ISO, pronto iba a dejar de poder ver la cámara. Así que puse una linea de piedras apuntando hacia esta, justo en el lugar de la orilla donde yo estaba.

Al cabo de un rato la oscuridad era total. El mar estaba cada vez más agitado y producía un estruendo que, al rebotar en la pared, era ensordecedor y daba bastante miedo. Decidí grabarlo con un pequeño mp3. Tengan en cuenta que el volumen allí era altísimo, casi ensordecedor. Aquí lo tienen (se recomienda seguir leyendo la entrada con el ruido de fondo):

Sonido del mar en la oscuridad de la noche



El aire estaba cargado de agua salada atomizada y no quise pensar en como estaría ya la lente frontal del objetivo.

Cayeron más piedras en varios lugares, reforzando mi decisión de permanecer junto a la orilla. Pero las olas llegaban cada vez más lejos y por momentos debía entrar en la zona de riesgo, para evitar mojarme. Lo hacía con la mochila por sombrero, para amortiguar los posibles chichones.

La cámara no corría ningún riesgo de mojarse porque estaba muy debajo de la pared y las olas no conseguían llegar ni siquiera cerca de donde esta se encontraba.

De repente, me di cuenta que las olas habían removido las piedras que eran mi guia visual para encontrar la cámara. Horrorizado comencé a mirar atentamente el entorno sin conseguir ver la cámara. Los chasquidos del obturador eran totalmente inaudibles por culpa del ruido de la marejada. Cuando ya me estaba desesperando vi una pequeña luz: Por suerte, tenia activada la revisión automática de la foto, o sea que tras cada exposición del time-lapse, la luz de la pantalla iluminaba levemente la arena.

El mar en la noche

Harto de permanecer atrapado entre las olas y la lluvia de piedras, decidí dar por terminado el experimento. Era el segundo día que probaba un time-lapse y seguía dejando demasiado tiempo entre toma y toma. Si lo desean lo pueden ver aquí. Es tan sumamente malo que me ha dado vergüenza subirlo al blog.

Para regresar a mi alojamiento me quedaba media hora de camino por la playa, incluyendo el pasar bajo los dos arcos. Recuerdo que no podía correr en la oscuridad, por el suelo totalmente cubierto de cantos rodados debajo de aquellos; y el sonido de mis pasos removiendo las piedras en el interior de largo túnel del segundo de ellos. Me pareció como una de esas pesadillas en las que uno no puede huir de un peligro porque tiene el cuerpo casi paralizado y solo consigue moverse a cámara lenta.

La linterna, que estaba casi sin pilas, solo conseguía iluminar el agua pulverizada que lo envolvía todo y a duras penas alcanzaba para ver donde ponía los pies. Decidí apagarla y llegar guiándome por el resplandor de contaminación lumínica que se veía a lo lejos.

Ya en el alojamiento subí al tejado para fotografiar el mar agitado una vez más. El estruendo seguía siendo bastante atemorizante y no pude menos que compadecerme de aquellos marineros de la antigüedad, que sufrían tormentas nocturnas metidos en una cáscara de nuez, antes de la invención de los GPS y de los cascos de acero.

17 comentarios:

Oddiseis dijo...

Ese rugido del mar ... he vivido mas de un par de veces esa sensación de peligro inminente. Y también alguna que otra lo fue por una pizca de eternidad en forma de luz de estrellas. Precioso.

Por cierto, no he podido escuchar el mar; puede que el enlace no funcione.

Salutacions.

frikosal dijo...

Con todo el respeto y amistad que usted sabe que le tengo: Yo no soy nadie para darle consejos, pero ganas me dan de mandarle una colleja cibernética por no llevar por lo menos *dos* linternas, una de ellas potente, de las que iluminan toda la escena, y con las pilas nuevas antes de cada aventura. Y un gps siempre con la grabación del track activada cuando se va de día para regresar de noche. Eso entre otras muchas cosas que me vienen a la cabeza ! Yo se que usted tiene mucha seguridad y confía más en sus propias capacidades más que en los artilugios, pero vaya con más cuidado en lo sucesivo !!!!!!!!

En casa espero poder oír ese sonido del mar (yo muchas veces me he quedado con las ganas de grabar los sonidos). Esa foto del mar me encanta.

MartinAngelair dijo...

He pensado lo mismo en cuanto a la linterna,...por lo menos una que ilumine los pasos,...lo del GPS no lo he pensado,... :)



He escuchado el sonido de esa playa, e incluso pienso, el de esas rocas al romperse,...


...he visto tu nuevo time-lapse, que me ha parecido fantástico, y he recordado de nuevo los anteriores de las Kasbas.




En definitiva y con todo,...ha sido espectacular esta entrada.





Creo que hace tiempo que no te doy las gracias Jordi.





Beso y buen día.

RAFA PÉREZ dijo...

Como otras historias tuyas, la de la ruleta rusa prometía desde el principio. No ha defraudado.

Jordi Busqué dijo...

Oddiseis, alguna de esas veces fue en El Hierro? No se me olvida que lo tengo pendiente.

Por cierto, en mi ordenador funciona el sonido y me consta que otra gente tb lo ha podido escuchar.

Jordi Busqué dijo...

Frikosal, en esta también debería haber llevado casco. ¿Vd. ya se lo ha comprado?

Pero piense que la emoción se pierde con la seguridad total. No debemos llevar toda la civilización a la naturaleza.

Jordi Busqué dijo...

MartinAngelair, tiene muy buen oído por fijarse en ruido de las rocas. Las gracias siempre para usted por sus visitas y frecuentes comentarios.

Jordi Busqué dijo...

Rafa, gracias. Tu también tienes muchas que contar.

Andrés dijo...

Muy buena historia Jordi! me he quedado con ganas de escuchar ese mar rugiendo, pero me faltan los plugins y no puedo instalarlos, no sé por qué...
En la foto del mar, se ve una luz justo en el horizonte. Se trata de un barco?

mundorero dijo...

Al leer la entrada me acuerdo de las aventuras que leía de pequeño y siempre quise vivir.
La foto del mar y el cielo es sencillamente espectacular.

Jordi Busqué dijo...

Andres, gracias. Supongo que sí que son barcos pq tan cerca del horizonte la luz de las estrellas se extingue.

Jordi Busqué dijo...

Mundorero, gracias. A mi también me parece mejor la segunda foto, aunque fue menos peligrosa de hacer.

Paco Nadal dijo...

Recuerdo que cuando hice la mili una de las pocas cosas que aprendí fue que en caso de bombardeo el mejor sitio para refugiarse es en la hondonada creada por un impacto anterior: es matemáticamente imposible que vuelva a caer otro proyectil en el mismo sitio.
Así que nada de cascos ni linternas: ir dando saltitos de piedra en piedra; seguro que no caería otra encima de una anterior.

Fuera de bromas: he leído el relato con el ruido del oleaje....¡y acojona! Buena aventura

Paco Nadal dijo...

El anterior era yo, no se si se grabó bien el nombre

Paco Nadal dijo...

El anterior era yo, no se si se grabó bien el nombre

Jordi Busqué dijo...

Gracias Paco. Bromas a parte, hay gente que me ha usado ese mismo argumento pero totalmente en serio. No había forma de hacerles entrar en razón.

Oddiseis dijo...

Pues ciertamente varias veces de ellas lo fueron en El Hierro, un lugar en el que si te despistas te llueven piedras. También allí mas de uno no vivió para contar un baño en el mar en El Verodal o una excursión bajo el imponente muro del Golfo. Y luego está también el viento (algún día tengo que contar como suena un viento de 200 km/h y como convierte al océano en algo indescriptible). Tantos recuerdos ...