Una de las cosas más curiosas de este extraño oficio de fotógrafo es la posibilidad de conocer gente de todo tipo y condición, y experimentar, ni que sea por unos días, la vida del príncipe y del mendigo.
La oportunidad de ver este planeta desde tan variadas perspectivas y convivir con los vecinos con quienes lo compartimos es un auténtico privilegio. Aunque en más de una ocasión me toca refugiarme en cuchitriles, en esta ocasión he podido disfrutar de unas comodidades y lujos a los que no estoy tan acostumbrado.
Invitado por Turismo de Asturias acabo de pasar unos días fabulosos en esta tierra perpetuamente verde, acompañado de un grupo de profesionales del periodismo de viajes de primera categoría. Las experiencias de las que he disfrutado se las voy a ir contando en los próximos días, comenzando hoy mismo con Avilés y su nuevo icono: el Centro Cultural Niemeyer.
Avilés es una ciudad que desde el punto de vista turístico había estado a la sombra de Oviedo y Gijón. Sin embargo, en los últimos años ha disfrutado de un espectacular lavado de cara que ha sustituido su zona industrial por un espectacular proyecto arquitectónico del incombustible Oscar Niemeyer.
El renacimiento de Avilés no se ha quedado ahí, muchas de sus calles se han hecho peatonales, y la oferta gastronómica y de alojamiento ha aumentado de forma tan notable que la han convertido en un destino prioritario para todo aquel que tenga el gusto de pasearse por estas tierras del norte peninsular.
Caminando por sus calles me daba la impresión que la ciudad había sido diseñada para el disfrute del arte de pasear, y como la experiencia invita a quedarse varios días, estuve muy contento de poder pasar la noche en el Palacio de Ferrera, que ahora es un hotel de cinco estrellas.
Después de tanto caminar era un placer sentarse a disfrutar de la gastronomía de tapas de lujo en la Taberna Llamber, y más tarde la cena en el estrella Michelín Koldo Miranda, que se encuentra dentro de un caserío asturiano restaurado.
La visita al Niemeyer, que actualmente muestra la exposición Luz, de Carlos Saura, fue más que interesante. Como pueden ver más abajo, disfruté fotografiando los mil y un juegos de luces y sombras que se crean a medida que el Sol se pone.
Les dejo con una pequeña selección de fotos que hice en el recinto, pueden pinchar en ellas para ampliarlas. ¡Espero que les gusten!
La oportunidad de ver este planeta desde tan variadas perspectivas y convivir con los vecinos con quienes lo compartimos es un auténtico privilegio. Aunque en más de una ocasión me toca refugiarme en cuchitriles, en esta ocasión he podido disfrutar de unas comodidades y lujos a los que no estoy tan acostumbrado.
Invitado por Turismo de Asturias acabo de pasar unos días fabulosos en esta tierra perpetuamente verde, acompañado de un grupo de profesionales del periodismo de viajes de primera categoría. Las experiencias de las que he disfrutado se las voy a ir contando en los próximos días, comenzando hoy mismo con Avilés y su nuevo icono: el Centro Cultural Niemeyer.
Avilés es una ciudad que desde el punto de vista turístico había estado a la sombra de Oviedo y Gijón. Sin embargo, en los últimos años ha disfrutado de un espectacular lavado de cara que ha sustituido su zona industrial por un espectacular proyecto arquitectónico del incombustible Oscar Niemeyer.
El renacimiento de Avilés no se ha quedado ahí, muchas de sus calles se han hecho peatonales, y la oferta gastronómica y de alojamiento ha aumentado de forma tan notable que la han convertido en un destino prioritario para todo aquel que tenga el gusto de pasearse por estas tierras del norte peninsular.
Caminando por sus calles me daba la impresión que la ciudad había sido diseñada para el disfrute del arte de pasear, y como la experiencia invita a quedarse varios días, estuve muy contento de poder pasar la noche en el Palacio de Ferrera, que ahora es un hotel de cinco estrellas.
Después de tanto caminar era un placer sentarse a disfrutar de la gastronomía de tapas de lujo en la Taberna Llamber, y más tarde la cena en el estrella Michelín Koldo Miranda, que se encuentra dentro de un caserío asturiano restaurado.
La visita al Niemeyer, que actualmente muestra la exposición Luz, de Carlos Saura, fue más que interesante. Como pueden ver más abajo, disfruté fotografiando los mil y un juegos de luces y sombras que se crean a medida que el Sol se pone.
Les dejo con una pequeña selección de fotos que hice en el recinto, pueden pinchar en ellas para ampliarlas. ¡Espero que les gusten!
9 comentarios:
Me alegra que te haya gustado Aviles,ya que ha cambiado mucho en estos ultimos años pasando de una ciudad industrial a una donde se puede pasear muy a gusto por toda ella.
Un saludo de un Gijones
Precioses fotos Jordi, sobretot m´agrada la de les sombres en el pont que va al Niemeyer.
Felicitats !!!
Kai51, así es. La metamorfosis de Avilés es espectacular.
David, gracies! La de les siluetes també és la que més m'agrada.
Algo había leído de vuestro encuentro en Avilés.
Qué bien que lo hayáis disfrutado tanto!
Las fotografías, para variar, son fantásticas Jordi,...y yo también tengo una preferida,...
...con Luna incluida,... :)
Besos.
B.D.C.J.
MartinAngelair, buen gusto tienes, je, je. En diferentes viajes, parece que todos los del mundillo hemos ido al Niemeyer.
Hola Jordi. Te felicito por tus fotos. Son preciosas. A mi al igual que a David me inclino por las sombras del puente, que por cierto técnicamente está muy bien construido.
Felicitats!!
Felicidades!
Hola Jordi. Son preciosas tus fotos, yo al igual que David me quedo con la sombra del puente.
Felicitats!!
Felicidades!!
Josep, ¡muchas gracias! Por cierto, lo de la foto no son sombras sino siluetas.
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