jueves, 31 de mayo de 2012

Viaje a Donegal, Irlanda. Segunda parte. La isla de Arranmore.


Llegada a la isla en ferry

La isla de Arranmore se encuentra a tan solo 25 minutos de ferry del oeste de las costas de Donegal. Es una isla muy pequeña -unos 20 km²- que se puede recorrer a pie en tan solo cuatro horas, gracias a una red de senderos muy bien acondicionados.


Aquí viven poco más de 500 personas, aunque en verano la población se duplica gracias al regreso de nativos que durante el año viven y trabajan en tierra firme, a los turistas y a un número considerable de estudiantes de gaélico que vienen a estudiar el idioma.

Esto último es un hecho destacable de Árainn Mhór -como se llama la isla en gaélico-, ya que es uno de los pocos territorios del país que conforma la Gaeltacht: las regiones donde el habla mayoritaria es el gaélico.

En el perímetro de Arranmore hay varias cuevas marinas, acantilados casi tan espectaculares como este y un faro.

Como en tantas islas pequeñas, aquí la vida funciona a un ritmo distinto y el progreso también llega más despacio, algo que yo considero una virtud. Aunque fue la primera de las islas del país en obtener conexión eléctrica en 1957, los demás servicios tardaron lo indecible: El agua corriente no llegó hasta mediados de la década de los 70 y el teléfono a finales de los 80!!

Las playas son de arena blanca

Aquí las alegrías y las penas se comparten. El caso más célebre desgraciadamente fue una tragedia ocurrida en 1935: El Arranmore disaster, en que 19 habitantes de la isla -casi todos de la misma familia, los Gallagher-, perecieron en un naufragio nocturno justo enfrente de la isla. Toda la población sufrió el golpe como propio, y es un suceso que todavía hoy en día se recuerda con mucha emotividad.


Bajo esta cruz yacen las víctimas del Arranmore disaster

Afortunadamente, la mayoría de cosas que suceden en Arranmore son buenas. Y para compartir alegrías nada mejor que los pubs. El que hay junto al embarcadero es como el salón de una casa. La gente se reune para conversar, pasar el rato y lo que más me gusto: improvisar música entre varios espontáneos. El acordeón, el violín, la flauta y la guitarra pasan de unas manos a otras. ¡Aquí la gente sabe tocar no uno sino varios instrumentos!


Ya ven que el vivir relativamente aislados hace que el sentido de comunidad sea muy grande. No es extraño entonces que haya media docena de pubs, que para esos 500 habitantes... ¡multiplica por siete el promedio del país!

8 comentarios:

Pere Soler dijo...

Certament es un lloc amb encant Jordi, segurament algun dia acabaré anant-hi, de moment em conformo amb el teu relats i els teus punts de vista per anant fent boca ;-)
Salut!

JR Álvaro González dijo...

Un lugar maravilloso en el que retirarse a escribir y fotografía, ¿te imaginas, Jordi? Tenemos que volver, con menos stress y más tiempo para recorrer la isla a pie o en bici.

Un abrazo.

MartinAngelair dijo...

No es sorprendente el que un 'músico' sepa tocar más de un instrumento,

...pero para mí se hace especial el que sepan recibirlos de manos de otro 'músico cercano'.




Seguro que no les hace falta levantar la vista para saber quién es el que está tocando ese instrumento en particular.





(Estoy un poco cansada, más de lo que quisiera, para poder responder como se merece, a esta segunda 'parte' de tu viaje a Irlanda)





...y estoy convencida que volverás,...como realmente quieres volver,... :)






Besos.
B.N.C.J.

Marc dijo...

Se me hace la boca agua sólo de leerlo. Realmente las islas tienen ese encanto de ir más despacio que el resto.

Jordi Busqué dijo...

Pere, és un lloc molt tranquil. Els cels no son massa bons, però.

Jordi Busqué dijo...

JR, sí, hay que ir sin que se entere aquel señor, je, je.

Jordi Busqué dijo...

MartinAngelair, muy buena apreciación.

Jordi Busqué dijo...

Marc, efectivamente. Encima, el interior de esta está bastante deshabitado.