En la primera parte revivimos las visitas nocturnas a cementerios del joven Vesalius. Como ya les confesé, un servidor también es aficionado a este tipo de excursiones. Así que hoy me dispongo a relatarles lo que ocurrió en la última de ellas.
Hace unas semanas, tuve el honor de ser invitado a pasar unos días en el castillo del doctor Frikosal. Una tarde, durante una excursión por la comarca en compañía del doctor y su encantadora familia, todas las alarmas de mi detector de cementerios saltaron simultáneamente. Unas cruces sobresalían en lo alto de una colina. Sin poder apartar la mirada de aquellas, conducimos a toda prisa hasta llegar a la entrada. Era un lugar ciertamente precioso. Tanto como un cementerio pueda serlo. Una hermosa pared de piedra hacía de límite del recinto y un arco con una verja de hierro servía de entrada. La verja estaba cerrada y tenía un pasador. No obstante, una gran alegría se apoderó de mi cuando vi que no había candado. Era evidente que debíamos regresar por la noche. Planteé el tema y, tras algunas dudas, el doctor propuso regresar en mi coche. El suyo es bien conocido en toda la comarca y su sola presencia levantaría sospechas. La ausencia de reacción en la familia del doctor me indicó que ya estaban habituados a observar comportamientos excéntricos. Ahora el único problema era el cielo, que estaba demasiado cubierto. ¿Se despejaría a tiempo?
Tras la excursión, que incluyó un baño en un río la calidad de cuya agua me abstendré de calificar, regresamos al castillo a cenar. Algo más tarde, ya entrada la noche, observé que el cielo se había despejado. Era el momento.
El doctor y un servidor conducimos de nuevo hacia el cementerio. Por el camino discutimos sobre las diferentes estrategias para pasar desapercibidos. Frikosal había traído un pequeño álbum fotográfico como justificante en caso de que las cosas se pusieran feas. Al cabo de un rato ya estábamos en pie frente a la verja. Había que abrirla con cuidado ya que el menor ruido podría alertar a la población local (se entiende a los vivos de fuera del cementerio). La puerta chirriaba bastante, como corresponde, y los aullidos de un perro a lo lejos, que por momentos parecía un lobo, daban mayor atmósfera al momento. Por suerte, se celebraba una fiesta en el pueblo, así que la gente estaba distraída.
Al entrar en el recinto el viento soplaba hacia el exterior y daba la sensación que al abrir la puerta se había perturbado la calma que reinaba unos minutos antes. Buscamos algunos puntos de vista sugerentes para las fotos. Pero la sencilla composición formada por la vista frontal de la serie de tumbas funcionaba perfectamente.
Al principio nos movíamos tímidamente. En la oscuridad temíamos un tropiezo que nos hiciera caer sobre un terreno que presumíamos no muy firme y lleno de huesos. Al cabo de una hora aproximadamente, comenzamos a oír una multitud gritando en las afueras del pueblo. El doctor estaba convencido de que la multitud exaltada venía a lincharnos. Tras unos segundos de dudas me dirigí a la puerta. No se veía a nadie. Al parecer los gritos formaban parte de la fiesta del pueblo.
La noche siguió sin más problemas. El doctor, que al principio se mostraba reticente a entrar, acabó sintiéndose muy cómodo tumbado en el suelo entre las lápidas para conseguir un buen ángulo para sus tomas, y casi hubo que llevárselo a rastras.
Cuando ya nos marchábamos, realicé unas últimas fotos de la entrada. Al final resultaron ser estas las más interesantes. En efecto, a la mañana siguiente, tras procesar las fotos, descubrimos una cosa un tanto misteriosa. Un ser semitransparente parece no atreverse a cruzar el dintel de la entrada ¿Tal vez un espíritu se despedía de nosotros? Juzguen ustedes. Pero no recuerdo exactamente si esto último fue así. Será mejor que comprueben la versión de Frikosal.
9 comentarios:
(Debo decir que ninguno de los dos había leído el texto del otro antes de su publicación).
Ha sido un experimento interesante leer otra versión de los hechos, veo que coincidimos bastante excepto en algún detalle como el número de cerrojos, que sin duda eran por lo menos tres (o por lo menos, simbólicamente). Estas pequeñas discrepancias se dan incluso en los Evangelios, y son mucho menores que las que se pueden encontrar en la prensa escrita. De modo que yo creo que ha quedado demostrada la seriedad de la blogsosfera.
Incluso la criatura semitransparente aparece en las entradas de los dos y eso da que pensar.
Madre, un perro aúlla junto a mi puerta, antes de que amanezca ya estaré muerta
Esto me soltó mi madre una noche que aúllaban los perros y me dejó inquieta para una buena temporada. Leer lo de los aullidos nocturnos y recordarlo ha sido todo uno.
Mi opinión sobre el espectro la he dejado donde el egregio profanador.
Jajajaja, no paro de reirme... Muy buen relato, excelente Jordi.
Las fotos también, y el espectro...
Notable, felicitaciones.
¿Estaremos quizás ante el primo del fantasma de Verdi? Supongo que conoces la historia, pero por si acaso:
http://alonsoibarrola.com/fantasmaverdi.htm
¿Porqué será que imagino la identidad del espectro?
(Potser per que un dia vam dinar junts al castell del Dr.?)
Muy buenos los relatos y las fotos de ambos profanadores de pacotilla.
(Y me alegro de la apertura de tu blog)
Frikosal,
efectivamente, ninguno sabiamos nada de la otra versión. Sí que ha sido interesante. No creo que la blogosfera sea seria, pero sí algunos blogs. Al menos más que los Evangelios.
Desanchá,
le dejó inquieta, incluso cuando tras el amanecer su madre seguia viva?
Dr. Jorge Garat,
el agrimensor no ha contradecido mi versión sobre el espectro...
Rafa Pérez,
no había oído hablar de ese fantasma. No sé si serán primos pero, tras ver el enlace y las fotos, creo que es de la misma naturaleza que el mio.
Antidoto esencial,
vaya, vaya, así que esa es tu identidad. Benvinguda!
"La ausencia de reacción en la familia del doctor me indicó que ya estaban habituados a observar comportamientos excéntricos"
Jo, jo... ya lo ha leido esto la media naranja del doctor?
La excentricidad es un concepto relativo.
La excentricidad es un concepto absoluto, y se puede medir. Sólo basta con encontrar a alguien centrado para hacer comparaciones.
Vaya relato!
Vaya fotos!
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