La isla de São Jorge es la más escarpada de las nueve que forman el archipiélago de las Azores. Casi todo su terreno se encuentra por encima de los 300 metros de altura y, cuando llega a la costa, se precipita en picado al océano, formando acantilados y contrafuertes de una pendiente casi vertical.
Al igual que el resto del archipiélago, São Jorge es de origen volcánico y los terremotos no han sido raros a lo largo de su historia. Esta sismicidad, asociada a la inestabilidad de los acantilados antes mencionados, causó numerosos desprendimientos de rocas que formaron unos terrenos planos al pie de aquellos. Estas tierras que se adentran en el mar se conocen con el nombre de fajãs. Las lenguas de lava de antiguas erupciones, que quedaron solidificadas al entrar en contacto con el océano, son otro de los procesos geológicos que dan origen a las fajãs.
Afortunadamente, en el año 2000 el Parlamento Azoriano decidió proteger las fajãs, prohibiendo la construcción de nuevas edificaciones y la apertura de nuevos caminos. Más o menos lo mismo que hacemos aquí con nuestro litoral.
Pero los fabulosos paisajes, tan abundantes en estas islas portuguesas, no son lo que más me impresionó. Son sus habitantes, que parecen vivir al margen de la histeria y de la autoexplotación para conseguir el éxito que tenemos aquí y en muchos otros países. Como viven más relajados, son más felices. Y al tener más felicidad están más dispuestos a compartirla(*). Pero para hablarles de esto prefiero dedicar una entrada completa. Tal vez la titule "Las islas donde todo el mundo es bueno". ¿Les parece cursi?
La cuestión es que probablemente, cuando ustedes lean esto, yo estaré volando hacia un lugar que tal vez sea muy parecido. O al menos eso me gustaría. Les dejo una música que contiene una pista sobre mi próximo destino.
(*) porqué la felicidad y el dinero funcionan diferente
18 comentarios:
Mucha suerte en tu nuevo viaje, de momento me dejas con ganas de conocer las fajas. Hasta pronto.
muy buena historia, Jordi. Me gustó mucho la explicación de como vive esta gente. Me hizo recordar a la gente que vive en Jujuy, en Salta, en Catamarca, al norte de mi país, en Argentina. Viven con poco pero son muy dignos y felices, alejados de algunos valores negativos de esta sociedad que de tan consumista ya es perversa. Un abrazo y buen viaje
Hola Jordi
Es muy curioso lo las islas volcánicas. Tiene mucha superficie, pero poca utilizable. Pasa igual en Polinesia: la vida se circunscribe a esa estrecha faja horizontal que el volcán quiso dejar entre él u la laguna de coral.
Un abrazo.
¡Que buenos recuerdos me ha traído su entrada sobre las fajãs!
Viví durante año y medio en la hermosa isla de El Hierro, en la que terrenos como el que usted describe son habituales (allí suelen llamarlos "malpaíses").
Le diré que no permitir la proliferación de construcciones en la fajãs, a parte de motivos más o menos conservacionistas, tiene un sentido lógico: lo que el volcán (o el desprendimiento de la montaña)reclamó, el volcán lo volverá a reclamar. Es como construir en el lecho de un torrente estacional o en la salida de un valle colgado glacial. Un pasaporte al infierno, tal vez no hoy ni mañana, pero algún día seguro.
De la paz, los tiempos y las gentes de esas islas le diré que pueden resultar engañosos. Hay también un lado oscuro de la pausa porque no todas las soledades ni los aislamientos son buscados. Pero ellos tienen una oportunidad que los demás ya no poseemos; pueden volver atrás, pueden optar, pueden hacer las cosas de otro modo. Al fin y al cabo su tierra aun no ha sido (demasiado) arrasada.
Dr. Frikosal, muchas gracias. Espero que Vd. vaya a agrimensurar algún día.
Marcelo, he estado de paso por estos lugares que cuentas. Espero poder visitarlos con calma algún día. Tu país es uno de los más bonitos que conozco.
Hola Paco, ya me gustaría a mi visitar la Polinesia algún día...
Oddiseis, tienes mucha razón. Pero la mayoría de gente que conocí me parecieron genuinamente felices.
Yo tenía que visitar El Hierro, pero al final me parece que voy a tener que esperar a otra ocasión. La comunicación es todavía muy escasa, tal vez por eso sigue tan bien conservada como nos cuentas.
Genial entrada de nuevo Jordi. Me quedo con ganas de ir algún día. Creo que casi todas las islas (más o menos aisladas) gozan de esa vida feliz y relajada, aunque realmente sólo haya visitado una. Fue el año pasado en Dinamarca, en Anholt, una islita a mitad de camino entre Suecia y Dinamarca, donde el tiempo parece pararse y cantidad de gente bohemia disfruta de una vida apenas sin coches ni las "grandes" comodidades que nos brindan las ciudades.
Buen viaje por dondequiera que estés (no puedo escuchar la canción porque me falta un plugin y no me deja instalarlo).
Ya es hora de que otras imágenes de la belleza de las islas vaya haciendo olvidar la tan famosa foto de los jinetes del apocalipsis.
Es fantástica esta entrada,...
...en imágenes y en palabras.
Y es una pena que no pueda escuchar esa canción.
Un beso y disfruta de tu viaje.
B.N.C.J.
Ya puedo escuchar la música que has puesto en esta entrada.
...feliz estarás.
E imagino que habrá sido un viaje proyectado con muchas ganas.
Banda sonora de mochila agradecida.
Disfruta,...y cuídate.
B.T.C.J.
Besos.
¿Hacia que misterioso lugar has volado, Jordi? jejeje
Andres, me apunto lo de Anholt. A ver si un día tengo la ocasión.
Igniszz, en esas islas uno se olvida de todo.
MartinAngelair, pues sí ha sido de mochila, sí. Pero también de momentos de parecer civilizado, ya que había algunas cosas en juego. Pronto sabrá a que me refiero.
Rafa, mira bajo tus pies, je, je. Aunque esta noche tenemos que mirar sobre nuestras cabezas.
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