Orilla del lago Fagnano en calma.Caminando por los bosques de la Reserva Provincial Laguna Negra, cerca del lago Fagnano, se me hizo tarde. Ya empezaba a oscurecer y debía regresar al camping Hain de Roberto Berbel, el Einstein de Tierra del Fuego, del que tal vez un día les cuente algo.
Había pasado buena parte del día explorando la orilla del lago, caminando en el bosque y observando las numerosas castoreras y sus habitantes. Descendientes de un puñado de ejemplares canadienses que se soltaron hace más de medio siglo, los castores se han convertido en una plaga muy dañina en toda Tierra del Fuego, destrozando miles de árboles para construir sus diques.
Una de las muchas castoreras que se encuentran por la zona y en toda Tierra del Fuego.
La cuestión es que me encontraba muy bien allí y me daba pereza volver. Así que iba caminando muy despacio. Era bien entrada la hora crepuscular, con el paisaje en penumbra, cosa que acentuaba la sensación de misterio del bosque. Al pasar unos árboles apareció un caballo blanco que parecía salido de una leyenda. Me quedé un buen rato, hasta que casi no se veía nada. Al final, como no llevaba linterna, decidí regresar antes de que fuera noche cerrada.
El caballo fantasma.
Al salir del bosque y llegar a la orilla del lago, el ambiente era más claro. Seguí caminando siguiendo la orilla durante una hora más, aproximadamente. Hacía viento y las aguas estaban muy agitadas, y eso que antes de salir estaban totalmente calmas.
El Fagnano con sus aguas agitadas.
El Fagnano, que tiene solo unos pocos kilómetros de anchura pero casi 100 kilómetros de largo, es el lago de las mil caras y puede cambiar totalmente en unos pocos minutos, haciendo peligrosa su navegación.
A la mañana siguiente regresé al bosque y vi este pájaro carpintero.