Je suis fatigué

El premio del final del viaje. No me refiero a la chica, sino a poder sacarme los zapatos.

Llevo unos días por Francia haciendo, entre otras cosas, un reportaje del que espero algún día poder contarles algo. No será pronto pues primero debe salir (si sale) en una revista que yo me sé. Y eso, en principio, será a finales de año, creo.

Es sobre un tema que me parece muy interesante pero sobre el cual no tenía información ni ningún contacto. Así pues, como suele pasar, la complicación mayor del fotógrafo no es hacer las fotos sino todo lo que precede al "click". Me duelen los pies de patear las calles durante 14 horas seguidas, a veces más, sin parar ni siquiera a comer.

El tiempo no ha acompañado, cosa que no es ni la primera ni será la última vez que me pase. Solo he tenido una mañana y dos tardes soleadas. Esto significa enormes cantidades de tiempo perdido, al menos en lo que a la consecución de fotos se refiere. Pero aunque el tiempo sea malo, se puede seguir la pista como un sabueso a los entresijos del reportaje, algo que tengo que reconocer que me encanta(*).

Los altibajos del proceso incluyen momentos de confianza y desconfianza de las personas relacionadas con el tema. Que hacen que alternativamente pase de renegar a creer en la especie humana. El total de este particular saldo ha sido claramente positivo, algo que ya esperaba por lo particular del reportaje. Lo que no esperaba es disponer de tan poco tiempo para las fotos: una pocas sesiones de uno o dos minutos solamente.

Como es lógico, cuando finalmente ha llegado la hora de regresar ha salido un sol estupendo, cuando ya no hacia ninguna falta. En fin, que he decidido premiarme tumbandome a la bartola a la sombra de un árbol, aprovechando la gran suerte que supone el poder pasar un día aquí y otro allí, de los mil y un rincones de este interesante planeta.

(*) Nunca he disfrutado tanto como siguiendo la pista de los Menonitas de Bolivia y me pasaron tantas cosas que daría para más de un libro. El blog lo empecé para explicarles algunas de estas aventuras, pero como ni sé por dónde empezar he de reconocer que todavía no les he contado casi nada. A ver si me decido pronto, como ya hice con los Amish de la selva, una versión en miniatura de mi aventura con los Menonitas.